Le saco la piel a la mandarina
Chorrean los gajos, chorrean.
En un lapso brevísimo me los comí.
No haría lo mismo de ti.
Vapor entre los cuerpos sin roce
El temblor de los pechos, dan oleaje rubí a
las mejillas
Las palabras no suenan, alarman la sangre
Y el respiro no es mas humano.
No te toco.
Digo no al fin.